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Día Internacional del Libro: Mis letras favoritas

23/04/2018
Diez docentes de las diferentes facultades de la Universidad ORT Uruguay comparten sus libros favoritos y cuentan por qué hay que leerlos.

Jorge Luis Borges dijo alguna vez que siempre imaginó el Paraíso como una especie de biblioteca. Los libros entretienen, acompañan, hacen reír y llorar, sorprenden, enseñan, nutren la imaginación y abren las puertas a incontables mundos.

Este lunes 23 de abril, la Universidad ORT Uruguay se une a las celebraciones del Día Internacional del Libro y convocó a 10 docentes de las diferentes facultades de la universidad para que contaran cuáles son sus libros y por qué los eligen.

Desde el novelista japonés Haruki Murakami y el portugués José Saramago hasta el historiador británico Eric Hobsbawm. Desde reconocidas sagas, como Fundación o Millennium, hasta investigaciones periodísticas sobre la guerra civil española o sobre los desaparecidos durante la dictadura en Argentina.

La variedad de las elecciones también es parte del atractivo de esta recopilación, porque cada uno de los entrevistados fue capaz de transmitir su pasión por esos títulos y así invitar a otros a conocer otras historias o escritores.

Gustavo Wojciechowski, docente de Licenciatura en Diseño Gráfico, Facultad de Comunicación y Diseño:

“Nombrar uno es difícil. Puedo mencionar Los cantos de Maldoror, de Isidore Ducasse (conocido como el conde de Lautréamont); Rayuela, de Julio Cortázar; los libros de Arthur Rimbaud o Charles Baudelaire; Aullido de Allen Ginsberg.

Pero para esta ocasión elegí una plaquette —una publicación de tamaño pequeño que se usa sobre todo para difundir obras literarias de corta extensión— de Mario Levrero, que es su primera publicación y se llama Gelatina (1968). Fue la primera vez que me puse a leer algo de ficción y no entendí nada. Sin embargo, quería seguir leyendo para comprenderlo. Eso, de alguna manera, me abrió a la posibilidad de que la literatura no es solo entendible, sino que ocurren otras cosas más allá de la razón”.

Gelatina es un cuento fantástico donde una mortífera gelatina avanza sobre una ciudad, mata todo en su camino y transforma la vida de los sobrevivientes. En 1970, el relato formó parte del primer libro de cuentos de Levrero, La máquina de pensar en Gladys.

Ana Solari, docente de la Licenciatura en Comunicación, Facultad de Comunicación y Diseño:

“En un universo vastísimo de autores y libros que interesan, seleccioné los que me parece que son muy importantes como para entender, sobre todo, el siglo XX a partir de la II Guerra Mundial, porque todo lo que vino después es de suma trascendencia. En este sentido hay dos autores que reverencio: William L. Shirer, con Auge y caída del Tercer Reich; e Ian Kershaw, con El final: Alemania, 1944-1945.

De la mano con estos temas, Los orígenes del totalitarismo de Hannah Arendt no ha perdido vigencia. También me interesa la Escuela de Frankfurt; amo a Walter Benjamin, que a través de Libro de los pasajes reflexiona sobre la sociedad de la época y cómo empiezan las primeras transformaciones de lo privado a lo público.

Todo Michael Foucault es importante, pero a Genealogía del racismo vuelvo cada tanto. Historia del siglo XX de Eric Hobsbawm tiene que estar en la mesa de luz.

Por el lado del periodismo narrativo hay muchas cosas para recomendar: Operación masacre, de Rodolfo Walsh; Cómo enterrar a un padre desaparecido, de Sebastián Hacher; y Lacrónica, de Martín Caparrós”.

Operación Masacre es la primera obra de “no ficción periodística” del periodista, escritor y traductor argentino Rodolfo Walsh, escrita en 1957. Se considera una de las primeras obras del género, que luego hizo popular el libro A sangre fría, de Truman Capote (1966).

El libro presenta detalles de una investigación periodística y revela una serie de asesinatos de prisioneros ocurridos en 1956, conocidos en la historia como “Los fusilamientos de José León Suárez”, cometidos durante la dictadura cívico-militar, que derrocó al presidente Juan Domingo Perón.

Hernán Bonilla, docente de la Licenciatura en Economía, Facultad de Administración y Ciencias Sociales:

Historia económica de Uruguay (2003), de Ramón Díaz, para mí, es el libro que más ayuda a entender a nuestro país. Ayuda a entender su historia económica, pero también la cultural, institucional, política y social. Es un libro fundamental para entender nuestro pasado, interpretar nuestro presente y creo que también nos va a ayudar mucho a construir un mejor futuro”.

Ramón Díaz fue abogado, economista, periodista y presidente del Banco Central del Uruguay, entre otros cargos públicos entre fines de la década de 1960 y mediados de 1990. En Historia económica de Uruguay, Díaz explica el desempeño económico del país desde el origen del estado hasta la crisis de 2002.

Alfonso Lessa, docente de la Licenciatura en Estudios Internacionales, Facultad de Administración y Ciencias Sociales:

“Muchas veces leo dos libros al mismo tiempo, uno de ficción y otro de no ficción. Para el primer caso, hay por lo menos dos autores que me parecen imprescindibles. Uno es José Saramago, con Ensayo sobre la lucidez (2004), una obra impresionante que habla sobre la voluntad de la gente cuando se la quiere someter a algo. A Saramago lo elijo por su estilo y creatividad.

Otro es el chileno Roberto Bolaño con sus publicaciones 2666 (publicada en 2004) y Los detectives salvajes (1998). Toda su literatura transcurre en España y México, y como Saramago creó un mundo propio y una literatura que debe destacarse.

En no ficción me gusta el británico Paul Preston, que probablemente sea el mejor autor sobre la guerra civil española, y ha escrito, por ejemplo, El holocausto español. El ibérico Javier Cercas tiene un libro imperdible que se llama Anatomía de un instante, que cuenta con gran detallismo sobre el fallido golpe de Estado encabezado por Antonio Tejero, cuando todavía la democracia en España estaba débil tras el franquismo”.

2666 fue una novela póstuma del escritor chileno (1953-2003) que tiene más de 1.100 páginas. Inicialmente, el autor planteó que se publicara en cinco partes, como resguardo económico para su familia, pero sus herederos luego decidieron publicarla completa.

Rodrigo Achigar, docente de Ingeniería en Biotecnología, Facultad de Ingeniería:

“Elegí El hombre que calculaba (1938), de Malba Tahan, que en realidad es el seudónimo del brasileño Julio César de Mello y Souza, profesor de matemática y autor de muchos libros de divulgación de la ciencia. Lo elegí porque resume el pensamiento analítico, cómo se estructura la cabeza de un investigador.

Otro autor que elijo es Isaac Asimov, reconocido entre muchos títulos destacados por Trilogía de la Fundación, del género ciencia ficción que trata sobre los robots y su evolución. Fue bioquímico y un gran divulgador de la ciencia.

En lo personal, pienso que ambos son autores que es bueno que se lean ya desde joven, sobre todo porque ayudan a moldear cabezas e impulsan el amor por la ciencia”.

El hombre que calculaba es, al mismo tiempo una novela y un libro de problemas y curiosidades matemáticas, que el autor publicó como forma de contribuir a popularizar esta ciencia.

El texto relata el viaje de Beremiz y Hanak en la ciudad de Bagdad (Irak), que se hará famoso resolviendo situaciones que para otros eran matemáticamente imposibles, como la división de los 35 camellos entre tres hermanos, el problema de las siete perlas o las curiosidades en torno al número 142.857, entre otras adivinanzas matemáticas.

Por su parte, la saga de la Fundación, de Asimov incluye más de 15 entregas, pero tres de ellas se pueden leer compiladas en una edición de la editorial Debolsillo.

Martín Solari, docente de Ingeniería en Sistemas, Facultad de Ingeniería:

“Me gusta mucho el libro Hacia la Fundación (1993) de Isaac Asimov. Es muy entretenido, como toda la saga de la Fundación. Son libros que te van enganchando con historias entrelazadas que ocurren en la galaxia. Esta obra es, para mí, un recuerdo muy especial, porque es el último de esta saga que escribió Asimov y fue publicado de forma póstuma.

En Hacia la Fundación, el escritor hace un acercamiento más personal y sobre todo se centra en un personaje que es legendario y desarrolla su lado más humano. Habla de su pareja, de su hijo adoptivo, de su ayudante. Es muy interesante cómo Asimov se proyecta en ese personaje. El libro tiene todo lo que tiene la saga de la Fundación —es fascinante, tiene aventuras, misterio, y toca temas de tecnología y sociedad—, pero en este se mete mucho más en la intimidad del personaje.

Lo disfruté mucho y mientras lo leía, lo vivía ya con cierta nostalgia, porque sabía que iba a ser el último”.

Hacia la Fundación es la segunda de las precuelas del Ciclo de Trántor. Está escrita en el mismo estilo que la novela original Fundación, debido a que es una novela formada por capítulos con largos intervalos entre ellas.

Roberto Langwagen, docente de la Licenciatura en Diseño de Interiores, Facultad de Arquitectura:

“Tuve la oportunidad de estar unos diez días en Japón y me di cuenta de que soy demasiado occidental, que no conozco nada de la cultura oriental. Tenía a Haruki Murakami en las gateras y desembarqué en él en 2015.

Empecé con Crónica del pájaro que da cuerda al mundo (1995) y creo que no es el mejor libro para introducirse en ese autor. Después leí 1Q84 (publicada en 2010) y me fascinó el mundo murakamesco, porque ahí pude empatizar con Japón. Tiene sus raíces en esa cultura, pero a su vez está muy occidentalizado a través, por ejemplo, de las referencias musicales.

1Q84 es un libro muy complejo, se tocan temas vinculados a la violencia hacia la mujer, a las fantasías, a la religión y a la política. A partir de ese libro entendí Crónica del pájaro que da cuerda al mundo, me sumergí todavía más en las obras de Murakami y me encontré con Sputnik, mi amor (1999), que me encantó”.

Cristina Ravazzani, docente del Master en Educación, Instituto de Educación:

“Elegí Las cenizas de Ángela (1996), una novela autobiográfica del autor irlandés Frank McCourt. Es un libro que me gusta por su prosa magistral y porque tiene la virtud de aunar el dolor que surge de la pobreza más absoluta de un niño con un humor finísimo que capta la atención del lector. Lo más importante es que crea un ambiente mágico.

Después, cuando supe que ese niño se transformó en un profesor de literatura importantísimo tuve que leer otro libro de McCourt, El profesor. En esa obra, el escritor une nuevamente la desesperanza con el humor y muestra que logró crear escritores, a través de métodos poco convencionales, en un grupo de alumnos que no querían saber nada de la escritura”.

Las cenizas de Ángela fue publicado en 1996 y obtuvo el Premio Pulitzer y el National Book Critics Circle Award. Fue llevada al cine en 1999 en una película del mismo nombre.

Liliana Jabif, docente del Master en Formación de Formadores, Instituto de Educación:

“Elegí la trilogía Millennium porque la literatura sueca es bien interesante. Hay una serie de jóvenes escritores nuevos que son atrapantes, presentan muy buenos argumentos, el contexto social está bien armado y sus personajes están siempre psicologizados.

A la trilogía, además, se le agregan componentes particulares, porque en una Suecia que todos pensamos como perfecta e inmaculada, hay desde psiquiatras torturadores hasta policías corruptos; hay personajes que se pueden escapar a ese país que tenemos idealizado.

Por otra parte, en Millennium, los héroes están muy bien descritos y son quijotescos. La heroína es una chica joven, desgarbada, llena de inseguridades, con un pasado terrible, es conflictiva, pero de alguna manera tiene muy clara su ética, que la lleva a querer hacer justicia.

Por otra parte, viví en Suecia un tiempo, durante el período en que la tercera novela está inscripta, entonces me resultó incluso más interesante”.

Paula Cardellino, docente de Arquitectura, Facultad de Arquitectura:

“Me encanta Isabel Allende porque es una escritora que explica la realidad latinoamericana de las mujeres en general. La casa de los espíritus me gustó muchísimo y a partir de ese libro me metí en su mundo.

De cualquier manera, el libro que más me gustó de Allende fue Paula, una novela autobiográfica que escribió sobre la enfermedad de su hija, cuyo nombre —además de compartirlo conmigo— dio lugar al título de la obra”.

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