Inspirado en el avión de combate F-117, el banco Street Fighter se inserta en la ciudad con un vertiginoso juego de planos metálicos, ensamblados de forma que el movimiento de luces y sombras da vida al producto. Su aspecto dinámico y de alta tecnología está contrastado con una simplicidad constructiva que lo vuelve reproducible y reparable con herramental de baja complejidad.