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Periodismo en tiempos violentos

31/05/2022

El periodista y escritor salvadoreño Óscar Martínez contó, en una conversación con estudiantes de la Licenciatura en Comunicación orientación Periodismo, cómo es este oficio en una de las regiones más violentas del mundo.

El Faro es una usina potente que irradia su luz en la región. Desde El Salvador, que ha sido tierra de violencia por mucho tiempo, pero donde la llegada de Nayib Bukele al poder ha hecho aún más compleja la tarea, siguen produciendo periodismo de altísima calidad. Óscar Martínez, director de El Faro y autor de libros como Los migrantes que no importan Los muertos y el periodista, participó virtualmente de la clase de Debates Contemporáneos, invitado por el docente Joaquín Silva. En un intercambio con los estudiantes, narró cómo hace sus investigaciones, contó los riesgos que corre al investigar en un país violento y corrupto, y dio consejos para la futura carrera de los alumnos.

Apenas iniciada la charla, Martínez evidenció que hacer periodismo en El Salvador es una actividad riesgosa y que se practica bajo condiciones opuestas a las de Uruguay.

Soy de un paisito que siempre ha estado hecho para no trascender y que, cada vez que hemos trascendido, ha sido por una catástrofe, una plaga, o la violencia.

Óscar Martínez nació en 1983, durante la guerra civil de El Salvador, que empezó en 1980 y duró 12 años. Su adolescencia transcurrió a la par del mayor fenómeno de violencia de Centroamérica de los últimos 30 años, la aparición de pandillas como la Mara Salvatrucha o Barrio 18. El sábado 26 de marzo, en su país se registraron 62 asesinatos, siendo el día con más homicidios del siglo de El Salvador. Producto de esto, al momento de la entrevista, en el país rige un estado de excepción: se suspenden derechos como la libertad de asociación o la inviolabilidad de la correspondencia y se otorgan facultades a la Policía y las Fuerzas Armas para reestablecer el orden público.

La constante violencia en la que viven sumidos los salvadoreños fue lo que llevó a Óscar Martínez a acercarse al periodismo por primera vez: “Siempre pensé que explicar la violencia era necesario para explicar, de alguna manera, quiénes somos y entendernos como sociedad ignorante de la paz”. En ese sentido, Martínez advirtió que lo que él entiende como periodismo no necesariamente sea una verdad absoluta: “Cuando yo les hable de periodismo y diga alguna sentencia, sepan que lo hago partiendo de que yo nunca cubrí otra cosa. Siempre cubrí violencia en una de las regiones más violentas que existen”.

Como jefe de redacción de El Faro, medio que se dedica a la investigación sobre las maras, la violencia y la corrupción política, Óscar Martínez y sus compañeros se enfrentan cotidianamente a circunstancias riesgosas. Desde amenazas de cárteles de drogas y policías por los artículos publicados, pasando por las acusaciones de lavado de dinero del presidente salvadoreño Nayib Bukele buscando frenar la actividad de El Faro, investigar en El Salvador no es nada sencillo. A esto se suma la corrupción de los organismos oficiales y su deshonestidad al brindar información.

En el mundo que yo he cubierto: El Salvador, México y el norte de Centroamérica, la verdad oficial es una mentira disfrazada. Si ellos te dicen: ‘Esos pandilleros murieron en un enfrentamientos’, lo primero que yo pienso es que murieron hincados cuando estaban amarrados y esposados.

En ese sentido, recalcó que la primera actitud de los periodistas de la región al comenzar una investigación es intentar desmentir la verdad oficial: “Los organismos oficiales sirven para obtener el punto de partida”.

Producto de estas condiciones, Martínez hizo énfasis en la ingenuidad como el mayor mal del periodista: “Si sos periodista, tenés que reducir las posibilidades de convertirte en alguien ingenuo, de reducirte a un animal asustado. Un periodista siempre tiene que tener una estrategia para obtener información, para salir del lugar y para contar la información y, como para contarla el paso inicial es que no estés muerto, lo mejor es que tengas alguna alternativa para seguir vivo”.

La ingenuidad también afecta el trabajo con las fuentes. Martínez explicó que existen dos reglas generales para conseguir fuentes. La primera es que nadie le cuenta nada a un ingenuo: “Si vos te acercas a entrevistar a un migrante venezolano que esté cruzando México y le preguntas: ‘¿qué pasa en tu país? ¿por qué huiste?’, esa persona no te va a revelar ningún secreto. Nadie le cuenta sus secretos a quien pregunta con ingenuidad”. A raíz de esto, destacó la importancia de esforzarse por saber lo más posible sobre el tema a tratar con la fuente antes de iniciar la conversación.

La segunda regla consiste en que nadie le cuenta nada a quien no actúa con honestidad: “¿Se acuerdan aquella frase: ‘todo el mundo quiere contar su historia’? Sí, pero no a cualquier persona. La regla del conocimiento y la regla de la honestidad son básicas para construir fuentes, sean criminales u oficiales”.

Con respecto a esto último, Óscar Martínez fue consultado si no lidia con ningún dilema ético al momento de trabajar con fuentes criminales, respondiendo que es imposible contar la historia del mundo sin los victimarios: “Yo cuento historias de no ficción. Para contar historias de violencia, no solo puedo hablar con la gente que moralmente me agrada”.

Martínez mencionó haber entrevistado a más de 30 asesinos libres en las calles, gente con orden de captura y violadores: “Los entrevisto para que ellos digan lo que quieran, pero no para cuestionarlos porque yo no puedo arrestar a nadie. Se trata de construir historias verificadas”. Igualmente, el periodista salvadoreño dejó en claro que existe un límite en su relación con fuentes criminales. Martínez le hace saber a los delincuentes que, si se llega a enterar que van a cometer un delito, la relación se rompe y los denunciará con la policía.

La honestidad también fue un elemento recalcado al describir la relación del periodista con sus lectores. Martínez niega que un periodista tenga que escribir para satisfacer a sus lectores. “El periodismo que se acopla a lo que sus lectores quieren es un periodismo cobarde y pusilánime”. Para él, la línea editorial en el periodismo se debe a sus principios. “¿Cuántos periodistas estadounidenses escribieron contra lo que todo el público quería oír durante la Guerra de Vietnam?”. Esto no quiere decir que a un periodista no le importen sus lectores.

Entender al lector es importante. Pero la mejor manera de respetarlo es investigando bien, contextualizando una nota y tratando de tener espacios para que esas personas puedan cuestionarte y preguntarte por qué hiciste algo.

Durante la charla, Óscar Martínez también habló de su procedimiento para escribir. En tal sentido, destacó la importancia de utilizar notas de voz o una libreta para registrar la mayor cantidad de detalles posibles cuando uno está en el lugar de los hechos. “Sepan que tarde o temprano van a estar en frente a una computadora, días después de estar en el terreno, intentando reconstruir aquello que vieron, olieron, sintieron y percibieron. Va a ser imposible volver a estar ahí con lo cual, cuando estén ahí, escriban detalles, sensaciones, las metáforas que se les ocurrió en el momento”.

Por último, los estudiantes le consultaron por qué seguía ejerciendo como periodista en vistas de todas las adversidades que vive en El Salvador. Para responder la pregunta, Martínez citó la frase de Seymour Hersh, reportero estadounidense que descubrió la masacre de My Lai en Vietnam: “El periodista tiene una posibilidad, hacerle al corrupto más difícil las cosas y a la víctima menos ignorada sus circunstancias”.

Definió el periodismo como una aventura maravillosa e intensa, pero incómoda para el propio periodista y la gente que lo rodea. “Si deciden vivirla haciendo coberturas de violencia, de derechos humanos, de injusticias, sepan que va a ser muy apasionante, pero muy incómodo. Yo creo que el periodismo cambia cosas, a un ritmo indecente y que no me gusta, pero es la manera que encontré para intervenir en el mundo al que pertenezco”.