Cuando todo se mueve, menos los cimientos

El mayor problema a abordar en la presentación de una revista periodística académica consiste en decidir qué aspecto de la actividad poner en foco, cuando aparentemente está todo en movimiento y prevalece la confusión.

Quizá lo mejor sea empezar señalando que no todo está en movimiento. Los cimientos del periodismo no lo están. Se mueve todo lo demás y eso da sensación de crisis. Es solo sensación: el periodismo no está en crisis sino en una compleja transición.

Sí está en crisis el negocio, la parte empresarial, sin la cual difícilmente sea viable un periodismo de calidad. Hay, sin duda, una crisis profunda del modelo tradicional industrial, que abarca a las demás ramas de la comunicación, y que condujo a muchas empresas al cierre de operaciones al fracasar sus intentos de reconversión. Mientras tanto, surgen decenas, centenares de miles de emprendimientos de nicho que se incorporan al suministro de información a las nuevas audiencias. Es un proceso en marcha y por su propia incompletud no ha podido ser descripto debidamente.

De modo que la pregunta podría ser qué ha ocurrido para que se produjera este reordenamiento, por el cual pasaron otras industrias desde hace al menos dos décadas. Si como afirma Manuel Castells, hoy, “la unidad básica de la organización económica no es un sujeto”, individual o colectivo (como el empresario o la clase capitalista), sino la red (Tomo I, 2008:226), es probable que el futuro le pertenezca a quienes mejor se adapten a las modalidades del nuevo escenario.

Quizá los cambios hayan sido más profundos en el ecosistema mediático que en el resto de la sociedad, ya que los medios —no solo periodísticos— quedaron ocupando una centralidad que no todos los protagonistas han manejado convenientemente. Por ejemplo: “la comunicación y la información políticas han quedado capturadas en el espacio de los medios. Fuera de su esfera solo hay marginalidad política” (Castells, Tomo II, 2008:344). Es esta una novedad radical, frente a la cual muchos actores no se han adaptado. Hay quienes creen que los medios son todopoderosos y que pueden construir una realidad propia. Los propios medios presentan dificultades para explicar esta nueva situación y muchas veces actúan a la defensiva.

También hubo cambios en planos más específicos; hace un año, Facebook inauguró Instant Articles, un segmento que ofrecía a algunos medios referentes elegidos la posibilidad de producir contenidos directamente en la red. El objetivo explícito: bajar en 10 segundos la velocidad de bajada de una edición. El objetivo implícito: llevar a los medios al juego de Facebook.

Un año después, una mayoría abrumadora de medios quiere entrar a Instant Articles. Tan exitosa fue esta movida para las redes, que la imitaron Google (Accelerated Mobile Pages) y Medium, entre otros. Resultado: una reciente investigación del Pew Research Center estableció que solo en Facebook un 44% de los usuarios se informan en la red y un porcentaje importante ni siquiera recuerda la fuente.

Es decir que empezó a difuminarse la frontera entre producción y distribución y los medios entraron en un vértigo que podría culminar con la pérdida del ascendiente que hasta ahora tenían sobre sus propias audiencias. La segmentación imparable favorece el surgimiento incesante de pequeños emprendimientos de nicho, en procura de satisfacer la nueva demanda, si bien este sector luce aun insuficiente para satisfacerla, siquiera en parte.

Surgieron nuevos públicos que demandan nuevos enfoques, mayor amplitud temática y multiplicidad de agendas.

Son nuevas audiencias, creativas, participativas, con énfasis conversacional, que huyen de los verticalismos unidireccionales del pasado.

En un tercer nivel de cambios, también se modificaron las retóricas del periodismo, es decir, la forma en que se cuentan las historias. No es verdad que se lea menos. Solo se lee distinto, en antiguas y nuevas modalidades, y las narrativas digitales adaptan la producción periodística para el nuevo consumo online; por ejemplo, desplegándose en segmentos breves de textos tanto gráficos como visuales y de sonido. Es posible que ello se confunda con escribir breve para lectores que leen poco. No es así. Es escribir diferente para lectores que consumen de manera diferente.

Nos ubicamos entonces en otro escenario, con nuevas audiencias y novísimas organizaciones mediáticas. De esto hablamos en nuestras clases. En este nuevo ecosistema mediático viven nuestros estudiantes. Esa concepción comunicacional, que es ante todo hipertextual (aprovecha la reticularidad y remite a otros textos), infovisual (informa con síntesis infográfica) y multimedial (ya no separa el sonido de la imagen o el texto lingüístico), prevalecerá en la revista que pretendemos hacer, aunque se trate por ahora de una aspiración.

Con esa promesa-objetivo comenzamos esta segunda época de In situ, revista digital de la Escuela de Comunicación de la Universidad ORT Uruguay. Será una revista destinada a reflejar la agenda de todas las orientaciones de la Comunicación existentes en nuestra Escuela, e intentará abordar, desde el enfoque de los analistas, los problemas que cada sector enfrenta. Es cuando la novedad se configura que el análisis y la mirada académica pueden jugar un papel en la sociedad.

Las sucesivas notas de nuestros estudiantes y docentes intentarán aproximarse a los problemas que, ya locales o universales, registran y evidencian las nuevas formas en que se construye la realidad contemporánea.

Referencias

Castells, Manuel: La era de la información, México: Siglo XXI editores, 2008. Séptima reimpresión; primera edición en español, 1999; primera edición en inglés, 1996.

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