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Lo que cuesta hacerse un aborto

06/09/2012

¿Alguna vez compró porro? ¿Y misoprostol? ¿Cuál de las dos drogas cree que es más difícil de conseguir? Adivine. Yo me saqué la duda.

Primer round

Me sudaban las manos. La ventanilla del 187 no contenía la polvareda. La ansiedad me impelió a bajar. Jacinto Vera olía a humedad y esa parada era tan buena como cualquier otra.

Caminé una cuadra y allí estaba, esperándome, pintada de azul en la esquina. Tanteé la puerta de vidrio sólo para confirmar que estaba trancada. En cambio se abrió una voz seria, herrumbrada, que preguntó a través de una ventana. Era una mujer cincuentona de buzo rosado y lentes colgados del cuello que se perdían entre el pelo canoso, con resabios de un color castaño que hace no mucho, sospecho, fue el de su tinta. Pregunté si vendían misoprostol. Ella sonrió. La puerta se abrió.

“La dosis cuesta 5.000 pesos y la caja 8.850”, dijo la señora de la farmacia de Jacinto Vera. Le advertí que no tenía receta. No hay “una receta” para el aborto, dijo. “Con o sin, es el mismo precio”. La dosis es de cuatro pastillas de 200 miligramos y la caja trae ocho comprimidos.

Ya no me sudaban las manos; no hay misterio en comprar misoprostol. Me acerqué al mostrador y pedí indicaciones. “Te pones dos en la boca y las otras dos en la vagina”. La indicación era errónea. “Mirá, nena, te vendo las pastillas; más que eso no puedo hacer”.

Recorrí 16 farmacias en busca de misoprostol por los barrios Centro, Pocitos, Jacinto Vera, Barrio Sur, Palermo, La Comercial y Las Acacias; escenas similares ocurrieron en siete de ellas.

Segundo round

Dicen malas lenguas –como la de un alto jerarca de Salud Pública–, que ya no existen clínicas abortivas. Digo malas porque mienten; el progreso no las suprimió.

Aunque el aborto medicamentoso viene sustituyendo a los métodos quirúrgicos y al legrado por succión, aún hay consultorios atendidos por ginecólogos que colocan en el útero la droga para abortar.

Uno de estos consultorios clandestinos está en Punta de Rieles, entre una pañalera y un taller de arreglos de motos y bicicletas. Es atendido por su dueño, un ginecólogo cincuentón que brinda el mismo servicio en una clínica en Parque Rodó. Y si el cliente lo desea, puede ir hasta su domicilio y realizarle el aborto allí. En todos los casos cobra lo mismo: 3.500 pesos. Esta tarifa –baja en comparación a la venta de misoprostol en farmacias–, incluye la droga, su colocación y dos ecografías.

Contra las cuerdas

Sentada en un sillón con agujeros en el tapizado, cruzada de piernas para alivianar la molestia producida por las tablas del asiento de la clínica de Punta de Rieles, escuché cómo se hace un aborto con misoprostol y respondí brevemente un par de preguntas – cuántos años tenía y cuándo había sido mi última menstruación–. Y me advirtió, serio: “puedes estar embarazada y menstruar igual”. Después del fugaz cuestionario sugirió que me hiciera una ecografía para establecer el tamaño y la locación del embrión. Me negué.

Todavía en el sillón, pregunté qué sentiría físicamente después. El ginecólogo contestó inquieto –“dolores menstruales muy fuertes, contracciones”–. Y recalcó que es ineludible regresar a las 48 horas de haberse practicado el aborto –“no antes porque aún hay mucha sangre”–, para realizar una segunda ecografía que constataría que todo había salido bien. “Es importante porque en el cinco por ciento de los casos quedan restos embrionarios” que pueden conducir a muerte por infección.

Tercer round

Las mujeres que desconozcan todo esto tienen otra herramienta: internet.

Sí, gracias a Google es posible acceder a información que antes era privilegiada, que se susurraba. Con poner en el buscador “misoprostol + venta + Uruguay” se logran unos 6.570.000 resultados1. La compra está a una llamada de distancia.

El teléfono sonó dos veces. Del otro lado se escuchó un “hola” austero, varonil. “Hola. Llamo por un aviso que vi en internet”, dije. Dos segundos de silencio. Tres. Cuatro. Cortaron. A los minutos recibí un mensaje de texto con el precio del misoprostol –“2.500 las cuatro pastillas, 5.000 las ocho”– y una pregunta: “¿comprás?”.

El precio de la droga baja más del 50 % respecto a las farmacias y llega a su casa como “paquetería clasificada”; es, evidentemente, el procedimiento más frecuente.

Knock out

Comprar un porro es más complicado. No hay referencias en internet. Hay que tener un amigo o un conocido que venda o que sepa de alguien que venda. Y son todas relaciones entre comillas.

El precio depende del tipo de faso, de a quién se lo compres y principalmente, de cuánto compres. Los 25 gramos de marihuana “paraguaya” –la más común y accesible– rondan los 500 pesos, pero un kilo oscila entre los 8.000 y 9.000. Después está “el pinito”, un poco más caro pero más rico, a 650 pesos los 25 gramos, y el popular cogollo, a unos 2.000 pesos.

Ahí está el negocio.

No compré ni una dosis, pero ahora sé cuál de las dos drogas es más fácil de conseguir.

Esta crónica fue realizada en el mes de agosto por la alumna Angelina de los Santos, en conjunto para las materias Taller de Periodismo I, dictada por Leonardo Haberkorn, y Taller de Periodismo II, dictada por Andrés Alsina en el sexto semestre de la Licenciatura en Comunicación Periodística.

1Según una búsqueda del 4 de setiembre.